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El que la vivienda es un derecho básico para cualquier ser humano y así lo recoge nuestra Constitución y las principales declaraciones de Derechos Humanos. Sin embargo, el problema del sinhogarismono ha parado de crecer en las últimas décadas. Incluso en países con un buen crecimiento económico.
Según un informe que FEANTSA (federación europea de entidades que atienden a personas sin hogar) realizado en 2017, el sinhogarismo crece en casi todos los países de Europa. Por solo hablar de algunas cifras Austria contabilizó en 2015 un 32% más de personas sin hogar que un año antes; en Bruselas, el número de personas que se ven obligadas a dormir en la calles se duplicó entre 2014 y 2016; en Irlanda, el incremento fue del 25% entre 2016 y 2017 y en Luxemburgo, el aumento entre 2012 y 2016 fue del 61%.
Si consideramos una ciudad española como Barcelona la tendencia es similar: el número de personas que duermen en la calle ha crecido un 56% en sólo ocho años. Y sin embargo hay un lugar donde el sinhogarismo se ha logrado reducir hasta casi hacerlo desaparecer: en Finlandia.
Cabe preguntarse, pues, qué están haciendo en Finlandia para conseguir estos resultados tan alentadores. Pues bien, aunque a riesgo de simplificar, podemos decir que una de las causas de su éxito es la aplicación de la metodología Housing First. Esta metodología considera que en la atencion a personas sin hogar el primer paso es facilitar a las personas afectadas una vivienda digna desde la cual se le brinde la posibilidad de redirigir su vida con el apoyo de profesionales de diferentes ámbitos. Se trata de un modelo novedoso porque lo habitual de las políticas sociales para luchar contra el sinhogarismo es precisamente lo contrario: se proporciona ayuda en centros de acogida, de forma que el último paso del proceso es la consecución de una vivienda. Para Housing First lo primero es solucionar el problema de la vivienda ya que solo de esta manera podemos pasar a centrarnos en la persona. Se trata sin duda de un modelo mucho más cercano a la premisa con la que comenzábamos el artículo: la vivienda como un derecho humano.
Sin embargo, reducir todo el éxito obtenido en Finlandia a la aplicación del Housing First es probablemente un error. El otro factor decisivo que justifica los resultados tan positivos si comparamos el escenario de Finlandia con el resto de países europeos es un compromiso de todos los sectores estatales para proteger a la población frente a la pérdida de la vivienda. Se trata de un proyecto político y social a largo plazo en el que colaboran los servicios sociales, los servicios sanitarios, las agencias públicas de vivienda, los actores privados y asociativos, así como los niveles local y nacional de la Administración pública.
Sin duda un modelo en el que fijarse si queremos aplicar políticas que den resultados a largo plazo y que nos permitan afrontar el problema del sinhogarismo con garantías.
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